LA COSTA AZUL

¿VIENES A DESCUBRIRLA?

La Costa Azul es la cumbre del glamur y la buena vida, del paisaje perfumado por el salitre y las hierbas aromáticas donde la Provenza se funde con el sol y el mar.

Como troceado sin ningún patrón, el litoral desde Marsella hasta Saint Tropez es una sucesión de entrantes y salientes que el mar invade con placidez. Las calanques (caletas) se erigen en pequeños pero increíbles fiordos mediterráneos labrados por el agua en vez de por el hielo glaciar. acantilados de vértigo que asoman a playas diminutas. Pequeños bosques de Coníferas y matorrales aromáticos como el tomillo, el orégano y el romero que envuelven el olor del salitre y la resina con su delicado aroma que expande los pulmones y el alma.

Así es El parque nacional de Les Calanques pequeño y de corto pero intenso. Apenas se trata de 20 km de costa, pero este rincón produce el milagro y  es la zona de la Riviera francesa donde la naturaleza se impone por encima de la mano del hombre,

Saint-Tropez posee un puerto coqueto y un casco urbano muy lindo y donde se respira el glamour a cada paso, con casas de color pastel desgastado y ventanas venecianas que le otorgan un claro  carácter mediterráneo. la Costa Azul sigue siendo la costa de los artistas, su huella está presente por todas partes

Y, de repente, tras varios kilómetros deteniéndonos en las playas del golfo de napolue, nos encontramos con Cannes. Es la ciudad cinematográfica por excelencia de Francia. Y, si, también de Europa. ¿Quién no ha suspirado con pasear sus caniches por la vía litoral de La Croisette la mañana antes de recibir el más prestigioso galardón del Séptimo Arte continental?

Faranduleros y aspirantes a serlo deambulan todo el año por la fachada litoral de Cannes. Cuando se acerca su fantástico y reconocido Festival, , las avenidas se llenan de personajes que visten fuera de lo normal, lucen peinados y gafas oscuras extravagantes, que posan de costado –esto ha dejado de ser insólito–… mientras rugen por La Croisette coches deportivos de los que conducen los héroes del celuloide. A Cannes la sostiene un decorado humano.

Antes de cerrar un viaje por la Riviera francesa, vale la pena abandonar la línea de la costa al salir de Antibes y recorrer los escasos 20 km hasta Vence. Donde Henri Matisse dejó alguna muestra  de su arte) en agradecimiento a la comunidad de monjas dominicas que le cuidó durante la recuperación de un cáncer. Ahora los admiradores de este pintor –que disputa a Picasso el cetro de su siglo– se sientan con veneración religiosa a admirar los paneles cerámicos, las pinturas, las cruces de hierro forjado y los vitrales de este artista,

Por Vence y Saint-Paul-de-Vence, su gemela medieval amurallada, pasaron también Marc Chagall y Jean Dubuffet, engordando la increíble nómina de artistas seducidos por la Provenza.

En un viaje por la Costa Azul, no puede faltar una parada en su capital, Niza. Perteneció a Italia entre 1814 y 1860, y esas pocas décadas han dejado un aire que no se borra, con sus casas de color pastel desvaído, sus balcones y sus persianas de estilo veneciano. El núcleo antiguo tiene mucho carácter y la lista de museos a visitar se apelotona: el de Matisse, el de Chagall, el de Bellas Artes, el de Artes Asiáticas, el de Arte Moderno y Contemporáneo, el Masséna… Hay que reservar tiempo para pasear la Promenade des Anglais, sobre todo al atardecer, cuando recogiendo la costumbre italiana de la passeggiata, todo el mundo se muda como si fuera festivo y sale a tomar bocanadas de brisa salobre. Dicen que en su época de máximo esplendor, los ricos llenaban las bañeras del hotel Negresco –epicentro de la avenida– de burbujeante champán rosado. Leyendas que embellecen la historia de la Belle Epoque donde la Costa Azul albergaba el mas exclusivo Turismo mundial.